El proceso de evaluación infanto-juvenil se rige por los mismos principios, métodos y procesos
que la evaluación del adulto, sin embargo tiene unas características propias que deben ser consideradas
a la hora de conducir dicho proceso. A continuación se resumen algunas de las peculiaridades propias del
desarrollo que otorgan a la evaluación infantil un matiz genuino.
En primer lugar, el niño se conceptúa como un ser en continua evolución aspecto que convierte
la evaluación en un hecho puntual, por lo que se deberá de prestar una especial atención a la edad, sexo
y a su nivel de desarrollo teniendo en cuenta patrones tanto normativos como sociales (Ross, 1987). En el
desarrollo evolutivo del niño, la edad es un indicador que junto al tipo de problemas, su frecuencia de
aparición e intensidad nos permite considerar un comportamiento como patológico o analizar los factores
de riesgo asociados a su aparición.
En segundo lugar, los padres, por iniciativa propia o por que han sido recomendados por un
especialista, acuden a consulta para buscar solución a los problemas de su hijo. Esta decisión no está
exenta de problemas. Por ejemplo algunos adolescentes se niegan a asistir al especialista (psicólogo,
psiquiatra, etc.) alegando que ellos “no están locos” o sencillamente expresan que no tienen ningún
problema y que son sus padres quienes deberían acudir a consulta debido a sus quejas reiteradas. Este
aspecto debe de contemplarse en el proceso de evaluación.
Al mismo tiempo que se analiza el motivo de consulta y la fuente inicial de la que ha partido tal
decisión, es esencial prestar atención a otro tipo de variables que distintos autores (Nietzel, Bernstein y
Milich, 1994) han señalado como relevantes a la hora de que los padres acudan al especialista como: a)
sus niveles de tolerancia (p.ej., aquellos que perciben el problema como algo permanente y que no
pueden manejarlo acuden más al psicólogo) y b) la existencia de problemas psicológicos en algunos de
los padres (p.ej., trastornos depresivos en las madres que tienden a reaccionar y a considerar de mayor
gravedad los problemas de sus hijos). En este sentido, se han apuntado diversos aspectos de la relación
familiar como responsables de la demanda tales como: problemas de ajuste personal y marital, tipo de
percepciones sobre el desarrollo del niño, habilidades sobre solución de problemas y relaciones sociales
extrafamiliares (McMahon, 1987). La valoración de toda esta información permitirá al clínico tomar
decisiones adecuadas de cara a la intervención, contrastando la información con otros familiares y con el
propio niño, si se estima oportuno, para tener una visión global de la realidad familiar en la que tiene lugar
el problema consultado.
Una tercera característica es la relativa a la plasticidad propia de la etapa infantil que en
ocasiones favorece que se moldeen en el contexto familiar comportamientos inadecuados en el niño
como producto de la relación entre los distintos miembros de la familia. En este sentido algunos
problemas comunes de comportamiento que muchos niños manifiestan en esta etapa vital pueden
convertirse en verdaderos problemas, debido a ciertas prácticas de tipo aversivo o coercitivo (Patterson,
1976; Patterson y cols., 1989) en las que algunos padres se implican, a veces de manera consciente y
otras inconsciente, para controlar el comportamiento problema del niño. Un ejemplo de ello es cuando los
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padres reaccionan de una forma amenazadora, llegando en ocasiones a la agresión verbal e incluso
física, para que el niño obedezca a sus demandas. Este tipo de prácticas provocadas, por la falta de
habilidades en el gobierno de los niños, tienen consecuencias a corto y largo plazo, ya que producen que
el niño lleve a cabo las demandas que se le exigen, pero si este tipo de prácticas continúan a lo largo del
tiempo, pueden modelar y moldear repertorios agresivos en el niño favoreciendo interacciones negativas
con enorme desgaste emocional para los miembros de la familia.
La cuarta peculiaridad se refiere al hecho de que los problemas de comportamiento del niño se
pueden producir en distintos contextos (p.ej. casa, colegio, etc.). Cuando los problemas se producen en el
colegio necesariamente se obtendrá información a este nivel. En función de los objetivos que se persigan
esta información puede ser recabada por medio de diversos instrumentos: a través de registros de
observación, a través de pruebas estandarizadas, de escalas puntuadas por profesores, etcétera. Sin
embargo, no existen reglas claras para decidir a qué personas implicar en un problema determinado,
entre otras cosas por la falta de concordancia que se produce cuando obtenemos una valoración de
distintas áreas del repertorio infantil por distintas personas y en distintos contextos. Prueba de esta falta
de concordancia la muestran diferentes estudios (Achenbach, 1978; Kazdin, 1983). La ausencia de
correspondencia entre informantes a hecho que distintos autores defiendan una evaluación multimétodo
(Achenbach, 1995; Valero, 1997; Wicks-Nelson e Israel, 1996), en cambio desde otra perspectiva el
desacuerdo entre la información recabada de distintos informantes, de distintos contextos y por diversos
instrumentos se debe a que se están evaluando dimensiones psicológicas diferentes (Luciano, 1997,
Gómez, 1999). La solución propuesta por estos autores no es conducir una evaluación multimétodo, sino
obtener un número suficiente de observaciones o informes que proporcionen una muestra amplia del
comportamiento en cuantas circunstancias se considere oportuno.
Según Ballesteros:
Diagnóstico de niños y
adolescentes:
Evaluación de la Personalidad
Evaluación de las características psicopatológicas
ü Introducción
La psicología clínica, aplica conocimientos sistemáticos
de la Psicopatología
a los problemas de adaptación de los individuos concretos. El psicólogo clínico
cualquiera sea su orientación estará obligado a rendir juicios sobre el
comportamiento o proceso anormal.
La evaluación psicopatológica se lleva a cabo a través
del mismo procedimiento e integra los mismos objetivos de la evaluación
psicológica.
Evaluación clínica: “proceso mediante le cual, se obtiene
la información necesaria, para poder tomar decisiones adecuadas”, se aplica en
el campo de las conductas patológicas, y quizás el momento mas difícil este en
la elaboración de datos.
ü Juicio clínico
Es poner en relación los conocimientos obtenidos, con las
calificaciones de perturbaciones preexistentes. Este es momento de diagnósticos
de juicio clínico.
Un psicólogo
clínico necesita decidir qué tipo de alteración, perturbación o desadaptación
tiene un determinado sujeto, Esto equivale a tener que incluir un caso concreto
en una clasificación. Para la obtención de un juicio diagnóstico es necesaria
una elaboración e integración de los datos obtenidos en el proceso
diagnóstico. Esta elaboración puede hacerse a distintos niveles de inferencia.
Diferentes orientaciones:
·
Los clínicos de orientación
dinámica consideran lo observado en el sujeto como signos de un problema
subyacente (por ejemplo, los tics de un sujeto pueden ser tomados como llamadas
de socorro)
·
los clínicos de orientación
psicometría o estadísticos, toman los datos psicopatológicos como correlato de
otro tipo de conductas (por ejemplo, los tics correlacionarían con altos
niveles de ansiedad).
·
Los clínicos conductuales,
finalmente, tomarán las manifes-
taciones anormales como muestras de conducta (los tics son conductas motoras repetitivas)
taciones anormales como muestras de conducta (los tics son conductas motoras repetitivas)
Parece que los
factores fundamentalmente implicados en la bondad de esta clase de juicios son
dos:
1. La validez y fiabilidad de las técnicas
utilizadas en la evaluación.
2. Modo en que el experto usa y elabora la
información.
El origen de la
controversia entre la predicción clínica versus la actualidad iniciada
- Los clínicos raras veces
son mejores en sus predicciones que los que usan simples métodos
estadísticos.
- Los métodos estadísticos
son más precisos en la predicción de criterios quilos clínicos
perfectamente entrenados.
- Los juicios clínicos pueden
ser sustituidos por tablas estadísticas que integran perfectamente la
información usada en la evaluación.
Para tener fiabilidad en los juicios clínicos, se
concretaron las siguientes respuestas o conclusiones:
- La aparición de criterios
diagnósticos consensuados utilizables por los clínicos (RDC, DSM).
- Búsqueda de elaboraciones
computerizadas de juicios clínicos del MMPI.
- Entrevistas estructuras computerizadas de diagnóstico psiquiátrico
DIAGNO (Spitzer y Endicott, 1968) CATEGO (Wing et al., 1974).
- Aparición de los listados
de conductas sintomáticas (rating-scciles) que permitieron una
agrupación fáctica de los distintos síntomas evaluados en los sujetos dibujando
síndromes empíricos, independientes de los marcos teóricos.
Las diferentes
técnicas que permiten recabar esta información pueden dividirse en tres grandes
grupos: entrevistas, tests (inteligencia, personalidad, neurológicos, fisiológicos), y observación de conducta..
ü Los auto informes en la
evaluación patológica
El proceso de evaluación tiene una
secuencia característica en los diferentes arcos teóricos, y por supuesto
también cambian las técnicas concretas mediante s cuales se obtiene la información.
·
Los profesionales con
orientación humanista y fenomenologica usarán fundamentalmente la entrevista y en todo caso
pruebas de carácter subjetivo.
·
Los profesionales con
orientación humanista y fenomenologica usarán fundamentalmente la entrevista y en todo caso
pruebas de carácter subjetivo.
·
Los de orientación conductual obtendrán sus datos fundamentalmente
mediante la observación directa y los registros la conducta.
·
Un clínico de orientación
psicometría usará fundamentalmente Muchas objetivas como los auto informes.
Así, la Psicología dinámica
busca la estabilidad sus datos en las codificaciones estrictas de las
respuestas a los tests proyectivos
La conductual
persigue la generalización de los suyos apoyándose en la estadística El
resultado de ello es que los autoinformes y el método estadístico se están
convirtiendo en las técnicas más Generalizadas en la obtención de la
información en el campo de la patología al que en otros muchos.
Sin embargo, el
apoyo en la metodología estadística para la objetivación de los datos clínicos
no es una panacea universal, ya que no está exenta de peligros, barios autores
han señalado sus errores más frecuentes: a) la identificación parcial
constructos teóricos, extraídos de covariaciones no suficientemente probadas;
el sesgo de las muestras; c) el número inadecuado de los sujetos que las
componen; d) incorrecta elección de instrumentos, y e) problemas acerca
de la fiabilidad y de los mismos (Lanyon y Goodstein, 1971.
Otro campo
resistente a la utilización de instrumentos estandarizados fue el del
conductismo, puesto que centraba su recogida de datos en la observación de un
sujeto concreto en una situación determinada. Sin embargo, también desde el
conductismo se ha ido evolucionando hacia la aceptación de autoinformes, si
bien por otras razones diferentes. Por ejemplo, Kanfer (1972) realizó una
encuesta entre los psicólogos aplicados de orientación conductista y se
encontró, con sorpresa, que muchos de ellos usaban instrumentos estandarizados,
las pruebas estandarizadas de corte conductual: cuestionarios de historia
personal, registros de observación, cuestionarios de refuerzos, listados de
problemas y evaluaciones biológicas. Kanfer propone las metas siguientes para
la evaluación conductual:
1) Establecer el
conjunto de procedimientos que se están usando para evaluar el cambio de
conducta.
2) Trabajar para
incrementar la uniformidad y estructura de estos procedimientos. 3) Aislar y
refinar los instrumentos escogidos para la evaluación de las distintas
conductas problema.
4) Trabajar en la
validez y fiabilidad de tales instrumentos igual que en los tests
estandarizados.
5) Trabajar para entender las
diferencias sociales y los criterios personales en función de que se pueda
mejorar las comparaciones interindividuales y así el clínico pueda ajustar la
técnica a la situación particular y al cliente concreto.
En el caso de que
el punto de corte elegido sea bajo, se corre el riesgo de producir diagnósticos
de perturbación en sujetos que no la sufren (puesto que sujetos sin una
verdadera situación patológica, es decir, normales, podrían alcanzar fácilmente
dicha puntuación y se les podría considerar como deprimidos o compulsivos,
pongamos por caso, sin serlo), es lo que se llama falsos positivos; por
el contrario, si el punto de corte es muy alto es posible que sujetos afectados
no sean detectados por la prueba (puesto que no alcanzarían la puntuación
necesaria para ser considerados como tales) dando lugar a los falsos
negativos. El punto de corte ha de establecerse buscando el equilibrio
entre estos dos riesgos, es decir, procurando la consecución de diagnósticos verdaderos
negativos y verdaderos positivos. Cuanto mayor es la validez de una prueba
tanto mejor es su capacidad de discriminación. Así, se llama sensibilidad a
su capacidad de discriminación verdadera positiva, y especificidad a la
capacidad de clasificar verdaderos negativos.
Existen numerosos
instrumentos que permiten una evaluación de la salud mental de los sujetos
desde una perspectiva multidimensional. Estos cuestionarios se usan
fundamentalmente como un primer screening (investigación de antecedentes) que
permite una localización del problema básico y una focalización y análisis
posterior del problema concreto que se ha aislado.
ü Evaluación multidimensional
Las pruebas
objetivas multidimensionales permiten esa exploración de amplio espectro que
tiene la ventaja de incluir toda clase de conductas que se dan en muy
diferentes tipos de perturbaciones. La evaluación multidimensional evita pasar
por altos algunos de los elementos esenciales para la consecución de un buen
juicio diagnóstico.
Entre los
instrumentos multidimensionales más conocidos se encuentra el MMPI, MILLON
miden patologías
MMPI: considerar
las puntuaciones de las escalas en conjunto tomando en cuenta las puntuaciones
más altas y las más bajas; para ello, se jerarquizan las distintas escalas en
función de la puntuación obtenida de mayor a menor.
Es lo que se
conoce como la interpretación actuarialdel MMPI, que se basa en una
descripción del individuo fundada en un conjunto de k ; Lis derivadas de una
asociación estadístico-experimental entre los datos (perfiles) y la
descripción.
MILLON: evaluación
de los trastornos de personalidad en relación con los criterios del DSM III y otros síndromes clínicos Abarca
la totalidad de las perturbaciones recogidas en el DSM. Ha proporcionado tres
factores diferentes: Desajuste, Extraversión y Psicoticismo, lo que simplifica
el uso de la prueba.
ü Evaluación de trastornos
específicos
La evaluación de
los trastornos emocionales, de gran importancia para la clínica, se enmarca en
la estructura general del estudio y valoración de las emociones que, a su vez,
depende de la concepción teórica de la emoción que se posea. Las teorías sobre
la emoción son muy variadas, desde la de William James (1890) (percepción
psicofisiológica de los cambios corporales) a la de Lazarus (1975) (respuesta
de afrontamiento según valoración) para poner sólo dos ejemplos muy separados
en el tiempo y en su idea de base.
Sin embargo, tanto
en estas como en otras muchas concepciones hay un denominador común y es la
existencia de dos elementos constantes:
1) activación
somática,
2) cognición a
cerca de la misma
La célebre frase
de James «no lloramos porque estamos tristes sino que estamos tristes porque
lloramos» ejemplifica perfectamente el tema de dicha secuencialización.
Naturalmente, James sonstenía que la activación visceral precede al momento
cognitivo; Lazarus, por el contrario, pretende que el momento cognitivo
valorativo precede a la activación emocional.
La emoción es un proceso
neuro-fisiológico-bioquímico-conductual-expresivo-experiencial». En esta
definición se incluyen todas las formas posibles de evaluación de las emociones
que son al menos tres (Eysenck, 1975)
1. Mediciones objetivas de los cambios
físicos.
2. Observación conductual de la
expresión de la emoción.
3. Expresión verbal de la apreciación
del sujeto de su estado interior.
*
En el caso de las mediciones
objetivas se evalúa electricidad cutánea, presión sanguínea, electrocardiograma,
ritmo respiratorio, temperatura cutánea, respuesta pupilar, movilidad
gastrointestinal, tensión muscular, secreción salivar, azúcar, hormonas,
metabolitos (en el caso de los tres últimos, por análisis de sangre, etc.
*
La observación conductual se
realiza sobre las conductas manifiestas de las emociones: movimientos,
temblores, sudoración, inmovilidad, física, huida, contacto ocular,
encogimiento, expresión facial, etc.
*
La información verbal se
lleva a cabo mediante las distintas formas en la-, que se puede obtener esta
información por parte del sujeto, fundamentalmente mrdi.intt entrevistas
estructuradas y autoinformes.
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